Dos Rombos 31 marzo 2016 |Relaciones sexuales: Sexo y Amor
El amor y el sexo. A primera vista pueden parecer conceptos muy ligados entre sí, relacionados quizás o incluso inseparables. Suponiendo que esto sea verdad y que ambos se atraigan, habría que aclarar de qué tipo de amor estamos hablando porque no todo es el amor romántico de toda la vida. Existen diferentes tipos de amores cuya diversidad da a luz a diferentes formas de concebir una relación.
Si nos centramos en el amor platónico, aquél que parió al romanticismo de la primera mitad del siglo XIX y que rompió con el racionalismo para dar paso a los sentimientos, a infinidad de sentimientos. Si nos centramos en este, se podría decir que amor y sexo son conceptos antagónicos, puesto que si analizamos el sexo humano o, mejor dicho, animal, de una forma biológica, seríamos como dice la plebe “infieles por naturaleza”; seres con un enorme instinto reproductivo y visual que nos impediría mantener una pareja estable. Y he aquí la explicación de por qué unos cuernos sientan tan mal en una pareja tradicional romántica.
¿Y qué me dices del amor pasional? Aquel tipo de amor que se guía por la excitación y atracción sexual entre dos personas. Esta acepción del amor sí que corresponde de una forma biológica con nuestra sexualidad. Claro que también podemos hablar de un tipo de amor que repele cualquier tipo de contacto sexual, como por ejemplo el amor maternal o paternal. Este amor, en la inmensa mayoría de los casos, es para con el sexo como el aceite y el agua: de la mano sí, pero no revueltos.
Está claro que hay miles de formas de entender el amor, pero solo una forma de entender la sexualidad, y esa es la científica, la biológica. El amor queda dentro de nuestro fuero interno, y tiene la importante misión de regular nuestra sexualidad. Sí, así es, el amor es un dosificador de sexo. Dependiendo el amor que queramos desarrollar a lo largo de nuestra vida así disfrutaremos del sexo de una manera u otra, aunque eso sí: siempre disfrutar. Hoy, en Dos Rombos: SEXO Y AMOR.
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